"Hay puñales en las sonrisas de los hombres, cuanto más cercanos son más sangrientos".  Esto lo escribió Shakespeare.

La historia está llena de traiciones que han acompañado al hombre desde sus orígenes, de hecho, quien no haya tenido alguna en su vida que tire la primera piedra. Pero yo no voy a hablar de traiciones, lo que quiero es contar qué es lo que pintó Leonardo Da Vinci en la Ultima Cena. Si traigo a colación el tema es por dos razones. La primera está relacionada con el dibujo que hoy os enseño arriba, del que no tengo que explicar nada y, la segunda, uno de los personajes más enigmáticos relacionados con la vida de Jesús: Judas Iscariote. Luego os cuento su historia, antes la de La Última Cena y algunas curiosidades del humanista.
Como otros artistas, Miguel Ángel por ejemplo, tuvo más de una decepción en su carrera artística. Durante un largo tiempo puso todo su empeño en un proyecto que le permitió aunar dos facetas importantes de su vida, la de artista y la de ingeniero en proyectar una colosal escultura ecuestre de su mecenas el duque Sforza (ya hablé en otro artículo aquí de Bianca Sforza). Pasó una buena temporada hasta reunir 70 toneladas de bronce para ello pero, por una cuestión práctica más que otra cosa, el duque decidió que el mejor uso que podía tener aquel metal en un momento donde las cosas se ponían feas con la invasión de las tropas de CarlosVIII (rey francés) era para construir espadas  y cañones y cosas así, así que el gozo en un  pozo. En carnes propias se anticipó a lo que John Lenon cantaba en Beutiful Boy: Life is what happens to you while you are busy making other plans.
Mira tu por donde, poco después recibió otro encargo, pintar un fresco en la iglesia milanesa de Santa María de Gracia. Por este encargo que le llevó aproximadamente 4 años de trabajo el duque Ludovico debió pagar unos dos mil ducado,  más o menos lo que costaba una casa en Florencia a orillas del río.
Como buen humanista pasó un tiempo investigando  y estudiando como ejecutar el tema y sobre todo buscando modelos para las caras de cada uno de los  personajes: Jesús y los apóstoles. De izquierda a derecha están representados: Bartolomé, Santiago el Menor, Andrés, Pedro, Judas, Juan, Jesús, Tomás, Santiago el Mayor, Felipe, Mateo, Judas Tadeo y Simón, ordenados en grupos que conversan con gestos, miradas, manos y dentro de una composición geométrica bien estudiada dispuesta en un interior que se abre en ventanales al fondo y cuyo punto de fuga se sitúa sobre la cabeza de Jesús. Los pies de Jesús desaparecieron porque a algún iluminado se le ocurrió que debajo debía haber una puerta y en su búsqueda se los llevó por delante. Entre los enigmas que plantea la obra algunos citan que la figura de la derecha de Jesús no es la de Juan sino la de María Magdalena. Cerca de Pedro parece haber una mano que porta un cuchillo, pero, ¿a qué cuerpo pertenece?

Algunos de los rostros se sabe que fueron tomados del natural, lo cuál formaba parte de su hacer cotidiano para sus obras. Esto ha dado pie a una nutrida leyenda en torno al enigma de la obra. Giraldi cuenta una curiosa historia sobre el origen de la cabeza de Judas. Parece ser que el duque le llamó un día a Leonardo para ver cuando iba a terminar al obra a lo que él contestó: "me queda aún por hacer la cabeza de Judas, que, como es bien sabido, fue el más grande de los traidores y, por tanto, ha de ser pintado con un rostro que exprese toda su maldad.../ pero hasta hoy, no he hallado uno solo que me parezca apropiado .../ y si finalmente resultara que no lograra encontrar a nadie tendré que recurrir al rostro del reverendo padre prior. Este por cierto se había quejado  en varias ocasiones de la lentitud con la que ejecutaba su obra. ¿Fue una venganza a la manera de Miguel  Ángel en la Capilla Sixtina? donde pintó al maestro de ceremonias  del Vaticano como Minos, Juez del Infierno, con orejas de burro y rodeado de demonios, quien sabe... La queja del prior se basaba  en aquellos días que veía al pintor  con los brazos cruzados delante de la obra, contemplando a los personajes.
En la mesa se ven los restos de la cena. Sobre un mantel de lino la vajilla de petrel, las copas transparentes  con los restos del vino consumido, la hogaza de pan, las rodajas de naranja y una anguila troceada, lo que nos indica los gustos personales y de la época con lo que introduce la nota realista además de los símbolos propios de la eucaristía: pan, vino o pescado.
Por último quería explicar porqué el fresco  está en tan malas condiciones. No pintó directamente sobre el yeso, lo que era habitual en esta técnica. Su innovación consistió en añadir una capa de albayade sobre el yeso lo que le permitía pintar más despacio, pero pronto se comprobó que el método había fallado y pronto se agrietó la capa y arrastró la  pintura con ella.
En cuanto a la figura de Judas Leonardo lo representa siguiendo la tradición, con rasgos maléficos. Con su mano derecha sujeta la bolsa que guarda las 30 monedas que le han pagado por la traición y con la izquierda tiende a coger algo del mismo plato que Jesús (ojo al dato, es zurdo). Todo un mundo escondido en una de las obras más maltratadas por el tiempo pero a la vez más enigmáticas. El evangelio de Mateo habla de su traición por dinero; el de Lucas habla de que el demonio lo poseyó; el de Juan dice en boca de Jesús "uno de vosotros me traicionará". El nombre de Iscariote puede derivar de "sicarius". Los sicarios eran activistas urbanos dentro del grupo de los Zelota quienes usaban un puñal corto (sica es una palabra latina que significa cuchillo corto). Simboliza quizás la mezquindad humana de la que todos podemos ser víctimas y verdugos.



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