"Música, compañera de la alegría y medicina para los dolores" es la frase que podemos leer en latín en el clavicémbalo virginal o espineta en el cuadro del Vermeer "Dama Virginal y caballero, o La Lección de música"
Este, como casi todos los cuadros del pintor, nos dejan con una sensación de misterio ante las cosas que se esconden en la obra. El espectador es una parte importante de la composición, puede imaginar parte de lo que allí sucede.
Los protaganistan están al fondo de la habitación, separados de nosotros por lo irrelevante: una mesa, una silla y una viola de gamba abandonada en el suelo. ¿Por qué está tirada en el suelo?, ¿Quién es el caballero que canta junto a la dama?, algunos dicen que su profesor de música quien va marcando el tiempo con el bastón. De ser así, ¿por qué lleva una daga colgada en el cinturón? El rostro de la mujer está reflejado en el espejo pero no podemos ver con claridad su expresión, la figura principal nos da la espalda. El espejo muestra otro detalle, una parte del caballete del pintor.
Este juego de espejos lo hará de manera espectacular poco después Velázquez en las Meninas. También lo tiene en la Venus del espejo. La pintura flamenca es una pintura costumbrista, retazo de realidad, de vida cotidiana. A esta pintura se la llama pintura de género, entonces se la conocía simplemente como pintura moderna. Cuando una pareja aparece tocando instrumentos musicales suele significar buen rollito, buen feeling. La armonía musical equivale a amor espiritual o placer sexual. Aquí no queda clara cuál es la relación entre los personajes: ¿profesor-alumna, dos enamorados, se han peleado y están reconciliandose?. Algo pasa, pero no tenemos claro qué es. El jarro blanco que hay sobre la mesa podría aludir a uno de los medios utilizados por los amantes para conseguir su fin: el vino. El efecto de perspectiva es otro de los grandes logros conseguidos en la pintura. La disposición escalonada de los elementos junto a la bicromía de las baldosas del suelo son fundamentales para ello. La mesa con el rico y suntuoso mantel o tapiz hace de barrera con el espectador. No es un mero cambio de gusto el que se produce aquí. Los colores se aplican casi a la manera puntillista, con pincelas cortas y pequeñas. Es un momento en el que los salarios suben, nobleza y burguesía no tienen fronteras muy definidas, la prosperidad económica hace que muchas familias puedan comprar un cuadro. Los artistas no están sometidos a los mecenas, por lo que hacen lo que les viene en gana. Es el mercado quien impone gustos y formatos, una concepción del arte absolutamente contemporánea pero extraña en su tiempo fuera de esta región. Las obras se hacen pequeñas para poder transportar, vender e instalar en casas más pequeñas que las de la nobleza. Algunos artistas como Gerrit Dou se permiten el lujo de rechazar puestos en la corte. ¿para qué soportar los caprichos del rey si tiene clientes que le permiten vivir estupendamente haciendo lo que quiere?.
Vermeer, olvidado durante mucho tiempo tiene la particularidad de hacer del interior de las casas de la burguesía un cosmos ordenado a la vez que un laberinto apasionante en el que zambullirse entre escenas de galanteo, lecturas de cartas, lecciones de música. Su pintura no se limita solo a informarnos de lo que sucede en el interior de la casa, nos invita a mirar para descubrir. El constumbrismo no es nuevo. los pinceles de Brueghel cien años atrás ya relataron ferias, bodas, fiestas, ahora se amplian los ecenarios bajo el pretexto de la moralidad: cocinas, talleres, tiendas, pero tambien aquí lo que más tira es una escena de una buena borrachera, bailes ordinarios, casi oscenos o formas de sedicir burdas. Los pintores holandeses del XVII se convierten así en auténticos cronistas de época, mostrando una sociedad imperfecta pero satisfecha de sí misma. Por último un pequeño detalle para entender la minuciosidad y precisión de estas obras se debe a la utilización de la cámara oscura con la que podían proyectar una escena sobre una pared o lienzo y captar la instantanea del momento y dejarla congelada en el tiempo. Lo que hará la fotografía un par de siglos después.
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