Acostumbrados a vivir entre mentiras

Me sumo a la idea que Juan José  Millás expone con claridad en el periódico El País para manifestar la situación en la que vivimos. Es terrible pensar que gastamos lo mismo en pagar intereses que en desempleo (29.000 millones). Lo peor de todo es que  estamos tan acostumbrados a vivir entre mentiras que nos parece hasta  bien lo que  oímos, creíble al menos.  Nos recuerda el escritor que se pone precio a la sanidad para que continúe siendo gratuita y se expulsa de ella a determinados colectivos para que siga siendo universal. Se liquidan las leyes laborales para salvaguardar los derechos de los trabajadores, se penaliza al jubilado y al enfermo para proteger a los colectivos más vulnerables. En cuanto a la educación, ponemos las tasas universitarias por las nubes para defender la igualdad de oportunidades y estimulamos su privatización para que continúe siendo pública. No es todo, ya que al objeto de mantener el orden público amnistiamos a los delincuentes grandes, ofrecemos salidas fiscales a los defraudadores ambiciosos y metemos cuatro años en la cárcel al que rompa una farola. Todo este programa reformador de gran calado no puede ponerse en marcha sin mentir, de modo que mentimos, sí, pero al modo de los novelistas: para que la verdad resplandezca. Dentro de esta lógica implacable, huimos de los periodistas para dar la cara y convocamos ruedas de prensa sin turno de preguntas para responder a todo. Nadie que tenga un poco de buena voluntad pondrá en duda por tanto que hemos autorizado la subida del gas y de la luz a fin de que resulten más baratos y que obedecemos sin rechistar a Merkel para no perder soberanía. A no tardar mucho, quizá dispongamos que los aviones salgan con más retraso para que lleguen puntuales, como hemos pagado cada billete expedido en el aeropuerto de Burgos desde su inauguración al módico coste de 226,6 euros por cada ciudadano de Castilla y León para que sea más barato. Convencidos de que el derecho a la información es sagrado en toda democracia que se precie, vamos a tomar RTVE al asalto para mantener la pluralidad informativa.
A nadie extrañe que para garantizar la libertad, tengamos que suprimir las libertades.
A nadie le extrañe que  se recupere el derecho de pernada una vez finalizada  la Reforma Laboral, o mejor dicho Contrarreforma para poner freno al desenfreno  y la degradación de costumbres.

1 comentarios:

  • Emilio Manuel | 6 de mayo de 2012, 0:34

    Hola Pilar, no he leído el artículo de Millás pero ya has realizado un buen resumen, tu que eres de letras, sabes que el diccionario admite mucho, y no se puede decir que mienten, de ahí que los políticos sean unos artistas en la utilización del lenguaje, es como cuando dicen desde antes de las elecciones "vamos a reformar", la gente estaba deseosa de que se hicieran reformas para mejorar, lo que no sabían es que reformar, para ellos, es recortar; pero son tan torpes, que siguen con la misma cantinela, pero ya no cuela.

    Un abrazo Pilar. ¡¡FELIZ DIA DE LA MADRE!! ¿te ha regalado algo?

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