ESCUCHARTE

Aprendī a hablar con la boca cerrada, con los ojos abiertos, con la llama ardiente de la mirada que tocaba con la yema de los dedos tu rostro lanzando un puente de mi alma a tu mente y descubrí que tus oidos no escuchaban y tu boca hablaba y tu corazón no conocía mi lenguaje. Eran palabras necias, fuegos fatuos. Recordé fugazmente esos besos que se dan con la mirada. Noté que los restantes los darīa con el recuerdo y decidí alejarme.

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