Extracción de la Piedra de la Locura

Título: Extracción de la Piedra de la locura
Autor: El Bosco. Museo del Prado
Uno de los pintores más singulares a lo largo de la historia ha sido El Bosco, o Bosch, nombre con el que firmaba sus obras y que debió a la ciudad en la que  vivió. Singulares y enigmáticas son cada una de sus obras, con un lenguaje personal y dentro de los parámetros de la pintura flamenca.
Los pintores flamencos ya se habían convertido en foco de atracción artística desde finales del gótico internacional. Dos hermanos (Van Eyck) y otros cuantos colegas del momento y la zona adoptan una nueva técnica, el óleo, y trabajaron con formatos de cuadros más pequeños para dar respuesta a las necesidades del momento: una sociedad comerciante en la que había prosperado la burguesía, una clase media bien nutrida que  demandaba cuadros transportables, por eso se pliegan, se doblan: tripticos, vamos, como si fuera posible meterlos en la maleta,  y de temas no religiosos. También les interesaba trabajar en la diferenciación de los personajes, la veracidad de los elementos que aparecen en los cuadros y la conquista del espacio. Esto último, aunque suene a "guerra de las galaxias" o a la NASA, en realidad  es más prosaico, en plan: plaisaje minucioso donde puede verse cada detalle del follaje de los árboles, flores, fauna; apreciar las diferentes texturas de telas, objetos y el tratamiento de la luz. El heredero de este mundillo es El Bosco. La obra que he elegido para comertar  recoge un poco todo eso. Está pintada al óleo, sobre tabla. Con cuatro personajes en primer término, en una pequeña colina desde la que podemos ver un paisaje extenso propio de Flandes y que ".../el docto pintor  ha de saber elegir de la variedad de la Naturaleza aquellas cosas que más conduzcan a su intento". Pues perfectamente elegidas, praderas verdes, la ciudad al fondo, un horizonte muy alto que se confunde con el cielo azul, placidez y tranquilidad que contrasta con la escena del primer témino. El Bosco es una persona, culta, formada y conocedora de los dichos y creencias populares. Una de ellas, mantenida durante siglos consistía en creer que  en el cerebro se formaban unas estructuras minerales, similares a los cálculos renales que presionaban el cerebro, o las neuronas, suponiendo que supiesen  que existían en aquel momento, o vaya usted a saber qué, pero que era el causante directo de que una persona se volviera loca. ¿Qué se podía hacer?, pues fácil... sacar la piedra y volvería el juicio. Eso es lo que están  haciendo aquí. Con guasa nos muestra al pobre labriego, rechoncho, talludito, atado al sillón de operaciones por si le da por salir corriendo y dar un manotazo, entregado a la causa con tal de recuperar la cordura. A la izquierda de éste, el cirujano que realiza al trepanación, con la toga y en lugar del birrete lleva un embudo en la cabeza, símbolo del engaño, de locos, vamos que le está estafando. Por si  no nos queda claro nos lo repite otra vez: la bolsa de dinero está siendo atravesada por un puñal. Se la están clavando mientras el inocente-ignorante dice: porfi, porfi..."Maestro, extraigame la piedra, mi nombre es Lubber Das", esas son las palabras escritas en la orla casi circular que rodea la escena. El nombre significa Tejón Castrado y era un personaje cómico literario, más bien necio; así que, para que a la tercera vaya la vencida una vez más nos dice el personaje: Soy Tonto.
El falso cirujano, timador, trabaja sobre la cabeza del susodicho que nos mira, quizás suplicando compasión, pena, conmiseración, o resignado mientras se pone en manos del loco que saca la flor, un tulipán. Sobre la mesa hay otro, debían ser operaciones rápidas, uno a las 10, otro a las 11, así que la evidencia de que por allí ha pasado ya otro pringado queda en la otra flor similar a la que extrae ahora. La extración de al flor significa al castración. La locura, la mala conducta se arregla castrandole y devolviendole así a los buenos hábitos sociales. ¡Se corta por lo sano! Apoyándose en la mesa hay una mujer contemplando la escena, con un libro cerrado sobre al cabeza de piel roja.
Como si fuera la cosa más normal del mundo, como el que se quita las gafas de sol y se las pone en la cabeza. ¿Qué significa? Pues vaya usted a saber: quizás reperesente a una monja; quizás  la ignorancia, el libro está cerrado;  un guiño de El Bosco a una costrumbre  de las lugareñas a llevar amuletos que guardaban conjuros y remedios tradicionales escritos; la verdadera sabiduría,  una persona anciana, con experiencia, tranquila, que mira con expresión  disgustada (fijate en el rictus de la boca) lo que hace el  joven timador, o representa quizás a aquellos que quieren adquirir la sabiduría rápidamente. Ah vaya, esta interpretación me gusta. Eso sería algo así como estudiar "por ósmosis", el libro sobre la cabeza, para los más vaguetes podría colocarse de almohada mientras duermes y los conocimientos pasarían lentamente, como pequeñas hormiguitas  se irían deslizando las letras desde el interior del libro al interior de la cabeza ¿no?. Vamos, que, como no tuvo el detalle de dejar escrito qué quiso representar, todas son posibles. No cuento más para no aburrir que todavía queda alguna otra interpretación posible. El último personaje es un clérigo que sostiene una jarra de vino metálica, para animar, por si no aguanta la operación, la anestesias del momento, o porque se está tomando una birra mientras ve el espectáculo del día. Las críticas de El Bosco a la iglesia, en un momento en el que está a punto de estallar la Reforma son constantes en sus cuadros.
Un mensaje atemporal, universal y siempre moderno que previene al hombre de supuestos sabios, capaces de curar los males del momento con nuevos remedios y que solo son ladrones. Muy actual



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